La mayoría de las veces, la vida se parece más a una comedia hollywoodense que a una tragedia griega. Es una pena. Pocos tienen el valor para desafiar a los dioses.
No te decapitan al final de la historia por haberte opuesto al destino. La furia del Olimpo no pesó sobre ti al negarte a obedecer. No. Tú aprendes y enmiendas al final. Todos los demonios y las sirenas no fueron venganzas, sino pruebas. El mundo no te aplastará abruptamente por actuar. Tú mismo te ahogarás por inactivo.
No hay necesidad de la guillotina, tú mismo te sofocas hasta la muerte. No desafías, te moldeas. No piensas, obedeces.
No decidiste ir en contra, cometiste un error. Y en el último acto reinvindicas. Pides perdón. Y bañado en tu propia porquería te arrodillas ante Zeus.
Ojalá la vida fuera más trágica.
Pocos tienen el valor para desafiar a los dioses.
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